Leandro Atilio Romagnoli, mucho mas que un jugador de fútbol. ¡ No te vayas 10!...
Se hace difícil escribir en esta situación, algo se apagó,
algo se quebró, algo ya no es lo que tenía que ser. Malditos aquellos 40
minutos del segundo tiempo. Maldito sea el Mariano Kempes que con su césped
cortado a la perfección hizo que se apagara la magia, el estilo, el fútbol solo
por un rato. Malditos sean esos sponsors que desde abajo poseían una vista privilegiada
de la peor lesión. Malditos sean
aquellos que vestidos de celeste se aliviaban de saber que por esa tarde mucho
no ibas a poder hacer. Maldito sea este mes, esta semana y es sábado.
Épocas gloriosas vivimos hacia fines de los ’90 cuando
entraste con sólo 17 años y un enorme camino por recorrer que hasta tu madre y
tu padre estampado en el pecho de tu cuerpo fueron testigos de esas maravillas
que solamente alguien diferente podía hacer. De mi lugar, solo me quedaba
verte, abrir los ojos cuando agarrabas la pelota y encarabas como si fuera
fácil llegar a la primera de un club. No me saco de la cabeza tus goles, tus
gambetas, tus caños que humillaban al rival, tus títulos en el club, en la
selección, tus declaraciones que solamente un grande podría hacer, tus gestos
fuera de la cancha como ir a hospitales y preocuparte por cosas que no tendrías
porqué hacerlo. Pasaban los momentos y seguías siendo una joven promesa que al
hacer un gol no se lo dedicabas a alguien que no sea tus padres debajo de una
camiseta empapada por el sacrficio y el juego, diferentes cambios de “look” en
el pelo, mas tatuajes pero el amor hacia la pelota seguía siendo igual. Aquel
eterno año 2001 donde de tu mano y la de tu buen amigo Bernie Romeo nos dieron
la satisfacción mas grande, la primera Copa Internacional del club.
Las despedidas nunca son buenas pero era algo necesario para
que sigas creciendo como futbolista y como persona. Envidio a México y Portugal
que vieron como crecía de a poco la magia, y maldigo a aquellas personas que
cada vez que tenías la pelota no hacían otra cosa que pegarte, lastimarte y
herirte.
Se acercaban momentos difíciles para el club por el 2009 y
vos, estando cómodo e instalado en Portugal decidiste volver, volver a tu
segundo hogar, volver a donde siempre serás bienvenido y donde nadie te dio la
espalda, volver a San Lorenzo.
No hace falta ser un excelente futbolista para ser querido
por todo un club, solamente los gestos son lo que te hacen grande, y vos
Leandro Atilio, los tenes, pero tenes la particularidad que se juntan las dos
cosas. No quedan otras palabras que decirte gracias, gracias por siempre
involucrarte en el club, por sentir la camiseta como muy pocos lo hacen hoy en
día. Gracias por estar en el peor momento del club y, a veces, no jugar con los
pies, sino con el corazón. Ahora entre lágrimas que se desplazan por toda mi
nariz, te pido que superes este pésimo momento, que no estas solo, que nunca te
vamos a dejar tirado porque no te lo mereces, vamos a salir de este obstáculo que
nos deparó la vida, seguiremos adelante con entrega y garra. Pido que nunca se
acabe la magia, que sea para siempre. No te des por vencido. Pipi, te juro que
en los malos momentos, siempre te voy acompañar.
Joaquín López G.
TW:@JoacoLopezG
Excelente, excelente como siempre. Las palabras justas para un sentimiento inexplicable. ¡En todas con vos, ídolo!
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